martes, 27 de noviembre de 2007

Génesis 1.0 (Según alguien que no lo vió pero se lo contaron)

Observó el escenario que acababa de terminar con ojo crítico. Desde luego no estaba mal para cuatro días de trabajo. Quizá había puesto demasiado verde, pensó. O tal vez debería haber dicho que quería una tapa color marfil en lugar de una azul. Pero no, cambió de parecer: así estaba perfecto, habría que ser ciego para no darse cuenta de que era bueno.

Una vez decidido esto, volvió su mirada hacia las innumerables figurillas. Las había encargado describiéndolas con pelos y señales. Todas eran diferentes. Algunas tenían un aspecto más bien vulgar. Con otras había que reconocer que se le había ido bastante la cabeza. Pero cada una era una diminuta obra de arte. Con sumo cuidado, fue cogiéndolas y depositándolas en el escenario. No se dio prisa ni con las últimas, que ya empezaban a moverse y le hacían cosquillas en las manos. Había invertido dos días en ellas y no iba a estropearlo en el último momento. Cuando todas estuvieron en su lugar, contempló el conjunto con satisfacción, por que vio que era bueno.

Respiró hondo: llegaba el momento clave. Tenía el escenario y los actores secundarios, pero faltaba el protagonista. Abrió la caja de masa y se dispuso a moldearlo personalmente. Era demasiado importante como para pedirlo de palabra. Y entonces se quedó en blanco. ¿Qué aspecto debería tener el protagonista? Después de un rato pensando, se dio cuenta de que la respuesta era obvia. El mejor modelo, era por supuesto, su propio ser. Así que se puso a moldearlo a su imagen y semejanza.

Cuando lo terminó, le gustó mucho. Pero, después de todo, una obra de tal importancia quizá requiriese de más de un protagonista. Si no, no iba a divertirse nada de nada con aquello. Así que echó de nuevo mano de la masa, e hizo otra figura igual. Bueno, más o menos igual. Le ponía mucha ilusión pero la escultura no era lo suyo.

Al terminar este otro, se dispuso a hacer un tercero. Pero ¡joder! No había suficiente masa en la caja. En fin, tendría que conformarse con dos.

Esperó impaciente a que se secaran. Para entretenerse con algo, cogió restos de masa y le puso uno en el centro de la cabeza a cada figura. ¡Ja, ja! Tenían un aspecto tan cómico con esos bultos en la parte delantera de la cabeza. Cogió un poco más de masa, y le puso un colgajo entre las piernas a la primera figura, y dos en el pecho a la segunda. No pudo contenerse y prorrumpió en una monumental carcajada. ¡Qué aspecto más ridículo! Rió de buena gana durante unos minutos. Cuando se cansó, decidió quitarles aquellos apéndices grotescos. Pero ¡oh! Su aliento había hecho secar la masa. Gritó “¡Mierda, ahora se quedarán así para siempre!”. Suspirando, los dejó con resignación junto con las demás figurillas en el escenario.

—¡A comer! —se escuchó.

Se levantó como impulsado como un resorte y, antes de correr hacia el delicioso aroma de la comida, volvió la vista a su creación. Vale, los protagonistas tenían sus defectos, pero vio que eran buenos. ¿O no?

1 comentario:

Alan dijo...

Pinta bien. De momento lo que más me gustó fue la primera entrada, francamente graciosa. La segunda es quizás más original, pero la otra me hizo reír más. A ver cómo sigue...